La Peligrosa Tentación

Como un inocente necesitado por las ansias de conocer lo desconocido y sin querer que surgiera lo inevitable, fui débil ante su inyección más tentadora.  Nada más saborearte, Cronos me concede su poder más personal para poder alimentar mis memorias de arrepentimientos y diversión . Serán los primeros los que me harán pecar de querer volver a repetirte. Una y otra vez. Pero qué es lo que he hecho. Mi olfato se agudiza. Pera..Bergamota...Naranja y Gálbano.  Mis papilas gustativas saborean Cacao y Cedro.  Mi Corazón siente Jacinto y Peonía. Mi vista es capaz de fotografiar con una precisión perfecta cada instante de felicidad; cada instante en que sus 32 corceles blancos avanzan para hacerse con la victoria entre sus fuertes y tímidas murallas de Pasión e Intelecto. No son Superpoderes. Se puede llegar asentir como que los tienes, pero es solo ficción. Cronos no te presta sus poderes para siempre; Él te abre un camino de Felicidad condenado al Recuerdo.  No es una ventaja. Es una

Rima Becquer...Rimas

Rima XXX
Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugo su llanto
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino: ella, por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún, ¿por qué callé aquel día?
Y ella dirá, ,¿por qué no lloré yo?

Rima XXXV
¡No me admiró tu olvido! Aunque de un día,
me admiró tu cariño mucho más;
porque lo que hay en mí que vale algo,
eso... ni lo pudiste sospechar.

Rima XLIV
Como en un libro abierto
leo de tus pupilas en el fondo.
¿A qué fingir el labio
risas que se desmienten con los ojos?
¡Llora! No te avergüences
de confesar que me quisiste un poco.
¡Llora! Nadie nos mira.
Ya ves; yo soy un hombre... y también lloro.

Rima LVII
Este armazón de huesos y pellejos,
de pasear una cabeza loca
se halla cansado al fin, y no lo extraño,
pues, aunque es la verdad que no soy viejo,
de la parte de vida que me toca
en la vida del mundo, por mi daño
he hecho un uso tal, que juraría
que he condensado un siglo en cada día.

Así, aunque ahora muriera,
no podría decir que no he vivido;
que el sayo, al parecer nuevo por fuera,
conozco que por dentro ha envejecido.

Ha envejecido, sí, ¡pese a mi estrella!
Harto lo dice ya mi afán doliente,
que hay dolor que al pasar, su horrible huella
graba en el corazón, si no en la frente.

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