Los padres de Epoh no paraban de mirar el rostro de
felicidad de su pequeño gran hijo. Siempre estuvo acostumbrado a una vida
basada en la humildad y el respeto, de ahí a que siempre se sintiera agradecido
con lo que recibía. No tardó ni un respiro en abrir la puerta del garaje de par
en par con la fuerza de casi 100
hombres. La puerta era de una madera robusta, de color oscura pero con algunas
manchas de tierra de cuando jugaban a la pelota contra ella. Nada más dejar las piezas, Epoh las clasificó
por material, tamaño y comienzo de montaje. Ni siquiera esperó a que los padres
le explicasen lo que tenía entre manos. No le hacía falta. Ya estaba calculando
los días en los que posaría el barco sobre el agua, timón en mano y vista en el
horizonte.
Horas y horas se pasaba Epoh dentro de aquel garaje. Los
padres sabían de su existencia gracias a que debía de obedecer a su cuerpo
cuando tenía hambre o ganas de ir al baño.
Y os estaréis preguntando… “¿Cómo es posible que un niño tan
pequeño sea capaz de fabricar un barco sin ayuda alguna?” Porque al igual que
tú, tiene sueños e ilusiones, y los antepone hasta el punto de centrarse
ciegamente en su propósito, y no en lo que le pueda llegar a rodear.
Mientras montaba su futura
salida a lo desconocido, Epoh no paraba de pensar en la personas que se encontraría
allá donde fuese: - Seguramente las
personas que encienden y apagan las luces lo hacen con la mayor alegría de todas.
¿Y los Tailandeses? Espero que lo que dicen de la isla Ko Samui sea cierto, eso
de que hay muchas playas de arena blanca y cocoteros. ¿Y habrán tiburones alrededor de la isla?- No podía parar de pensar en
todos aquellos lugares que había visto en el libro de geografía; siempre lo tenia
en la mesilla de noche y, antes de irse a dormir, Epoh le echaba una ojeada
hasta que se quedaba dormido por alguna de sus valiosas páginas.
No os he presentado a sus padres, es verdad. A ellos no los
conocéis tanto como a Epoh. El padre que le enseñó a Epoh todo lo que sabe de
aeronáutica se llama Tom. Fue capitán de una flota de barcos pesqueros ubicada
en el Mar del Norte con puerto y base en Skärhamm. Vivió allí desde que desde
temprana edad hasta que conoció al apuesto Homte, un chico moreno y elegante que
siempre iba vestido con una americana de color marrón con a rayas. La verdad
que le quedaba bastante bien. Éste, queridos Mortales, sería el futuro papá de
Epoh, aquel que le enseñó manualidades.
A simple vista, Homte, el cuál siempre hacía hincapié en que
la H de su nombre no era muda y se pronunciaba con una jota suave, parecía una
persona con alto standing monetario, ya que siempre vestía bien y siempre
llevaba sus gafas y su libro bajo el brazo, pero cuando llegaba a casa y se
disponía a coger los materiales necesarios para realizar su arte, era el
primero que tiraba la ropa en el sofá, se ponía un delantal y dejaba que su
imaginación fluyese de manera espectacular. Trabajaba en un equipo contratado
por el país para levantar estatuas y obras de arte en todas las ciudades y
pueblos, pero cuando conoció a Tom, fue su corazón en el que no paró de
imaginar la vida sin él.
Comentarios
Publicar un comentario