Ya nada volverá a ser como antes. Cuando la gota colma el
vaso, es cuando sabes que es el momento de alterar el paso del tiempo. No va a
ser como fue hasta ahora. No habrá cariño, y si lo llega a haber, será un
cariño cargado de algo que no podrás ver porque no sentirás nada. Se acabaron
las tonterías.
Mi idiosincrasia está alterada. Muy cierto es, más no podré
encaminarla hasta que elimine todo aquello que me causa heridas tan profundas,
que me obligan a sufrir sin sentido alguno. Yo no lo pido. Yo nunca lo pido. No
pido odio, al igual que mentiras ni falsedades. Tampoco pido atención por
ninguna de las partes. No voy a pedir un cariño que no es interno hasta el
momento de que necesites algo. Porque eso es interés sucio. Es cierto. Nos
valemos de eso. Que injusta es la vida y que injusto soy. Perdón, quería decir
somos. Es que hay veces que me olvido de que en esto no estoy yo solo.
Presión. Eso es lo que hay. Es lo que llena un alma que al
principio fue fuerte, feliz, próspera y luchadora. Furia. Siempre. Siempre hay
furia. Emana de todos lados por haber creído que se podía guardar. Sobresale de
la manera más simple, la cuál la gente está acostumbrada a ver. Qué triste es
ver cómo la gente se retrae y no aspira a indagar un poco. “Normal. ¿no ves lo
borde que estás?” Triste. Y penoso.
Es gracioso. No siempre se tiene consciencia a la hora de
tomar esa decisión que a todos nos hace pensar un momento en el futuro
beneficio, en los numerosos cableados de nuestra mente que impiden seguir una
pauta, la más cómoda para uno, para todos. Pero, ¿para todos o para uno mismo?
Ya. Volvemos a lo de siempre. Un bucle. Un bucle sin salida es lo que somos. Un
bucle que quiere ser desenredado pero que no puede porque no sabe cómo. Normal
que no sepa cómo; no estamos entrenados para ello.
Usual es ver en todo momento cómo te hacen la pregunta equivocada y te lanzan la especulación que creemos que ganará nuestra partida interna. Si si. Esa que ninguno ve, pero que todos sabemos que está ahí, pero que a la vez sabemos que no está porque no la podemos sacar a la luz. Qué clase de persona seríamos.
Una pregunta equivocada, no por e sentimiento que puedas llevar, sino por usar mal las palabras. "Pero es que eso da igual porque tu me entendiste, ¿no?" Querido amigo o amiga, la gente no sabe lo que se te pasa por la cabeza, y la única forma de averiguarlo es manipulando de una forma determinada eso que tienes como boca. No sólo sirve para decir tonterías o gilipolleces; también sirve en e momento adecuado para conectar con otros parecidos a ti.
No hace falta ser un especialista para ver cuando algo está bien y algo está mal. Tampoco hace falta ser psicólogo para saber cuando las cosas están yendo bien o mal. Lo que si es cierto es que hay veces que se necesitan esos toques de atención que tanto rehuye la gente por miedo a la verdad. Nadie va a echarte de menos. Al fin y al cabo, la gente avanza, y ninguno de nosotros se queda atrás.
Recuerda. La sinceridad mata. No todos están preparados para escuchar lo que se les puede venir encima, porque no siempre esa sinceridad de la que hablas, es la verdadera. Destrozar a una persona no siempre es la solución, aunque sea la salida más fácil y sencilla.
¿Quieres hablar? Hablemos. ¿Quieres que vea cómo te desenvuelves en una discusión que no teníamos que haber discutido? Adelante. ¿Quieres que asienta con la cabeza toda esa palabrería que sale de tu parte furiosa y orgullosa para que así todo sea más... qué. Qué buscas con todo eso. ¿Sinceridad? Adelante.
Pero, ¿De verdad quieres que te sea sincero?
PD: No es lo mismo preguntar con ánimo de apoyar que preguntar con ánimo de resolver dudas propias.
Con Cariño Un Simple Mortal
Comentarios
Publicar un comentario