Como cuando somos observados y observamos sin temor, tendemos a dirigir
nuestros pensamientos de un modo subjetivo. Ser subjetivo lo es todo en nuestra
vida. En NUESTRA vida. En la de cada uno.
Es muy curioso el poder que tiene la mente. Hace que las mentiras que
decimos, se conviertan en la realidad dibujada que todos conocemos. No es algo
de lo que estemos orgullosos, pero lo dejamos pasar porque es lo que nos
beneficia a cada uno. Pero no solo son las mentiras las que gobiernan en
nuestra cabeza. La plenitud y el saber estar sin un atisbo de maldad, es una de
las claves para poder mantenerse ocupados y no dar cancha a nuestros
impulsos.
Intenciones. Todo son intenciones. Frases verbales que no existen. Energía
universal que emana de nuestra mente. Más intenciones. Nunca pensaremos de un
modo adrede indirectamente. Cualquier canción que escuchemos que nos haga
llorar, sufrir, sonreír... Siempre tendremos la misma imagen con la que
estuvimos manipulando la canción las veces que más la hemos escuchado. Es igual
que cuando lees esto y me imaginas a mí escribiendo delante de un ordenador. Es
un pensamiento que no es a propósito. Es una intención indirecta.
Habrás escuchado alguna vez eso de que "La imaginación es el lápiz con
que el niño pinta sus mejores aventuras". Falso, ¿no? Una cosa es usar la
imaginación e imaginar como un niño y otra usar la imaginación para hacer
acciones de niño. Hay una diferencia. Yo espero que sepas donde se encuentra el
límite y que sepas que, acción que desempeñas, acción que te subrayan. Tu y yo
sabemos que los pensamientos de uno propio no te los va a robar nadie, pero la
satisfacción que te da ver que puedes encontrar con una persona que hable tú
mismo "idioma"...eso es una gozada. No hay por qué explicar muchas
cosas cuando hablamos, no hay que hacerse pasar por otro. No tienes ganas de
desligarte de la conversación porque, estás cómod@.
Existen dos vertientes de uno mismo: la del propio ser y la compartida. La
del propio ser es la que usamos cuando vamos a contarle algo a alguien;
la compartida es en la que vamos a recibir información. En ambos casos se hace
un mínimo de esfuerzo. En la primera, el esfuerzo es contar la historia, y en
el segundo el mínimo esfuerzo es escuchar. Digamos que estas son las cosas
mínimas que se ha de hacer. Ya luego, cada uno le pone un añadido, por ejemplo:
en la primera, el esfuerzo es contar la historia, pero también creer que el
receptor de la misma, te esté poniendo atención y que le interese lo que le
cuentas. Ya en la segunda, escuchas como buena persona, pero también entender
la posición en la que se encuentran. Más ejemplos para no perdernos tú y yo:
Tú me estás hablando que cómo te ha ido el día. Yo te escucho porque me
gusta escucharte. Conforme me lo cuentas, uso mi imaginación para verte en esos
momentos que me estas contando. A la vez, uso la empatía para captar cada
palabra y ver el sacrificio que te ha supuesto hacer todo lo que hubieras o
hubieses hecho. Acto seguido y siempre dependiendo del tema, usamos lo que se
llama el mecanismo de comprensión: la capacidad de valorar emocionalmente la
personificación del otro, el intento de comprensión de sus acciones y sobre
esta base crear una estrategia para cambiar su conducta. Vamos, nada nuevo de
lo que te he dicho. La capacidad para poder crear una "estrategia"
para el cambio de tu conducta es el modo de reconfortar al otro, porque tú lo
que quieres es alterar el estado emocional de esa persona en el caso de que se
encuentre mal, por ejemplo. Pero hay veces que, por X motivo, dejamos de usar
la empatía y nos encontramos con el desacuerdo y el asco. Eso es un problema
porque significa que nos obligamos a olvidar el trato previamente dado y
cambiamos nuestro "modus operandi" para con la gente que nos rodea.
También es cierto que esto es remediable y que, con eso que llaman fuerza de
voluntad, si si eso que dicen que lo cura todo, se puede no llegar a esa
situación. De ahí nace el "sé tú mismo".
Nunca sabremos de qué modo percibirán nuestras hazañas nuestros compañeros.
Tampoco podemos estar continuamente pensando que nuestras acciones son erróneas
y que no interesan. No se puede regresar a la época en la que éramos unos
pobrecitos niños, víctimas de todo y salirnos con la nuestra. Hoy hay que
vivir. Hoy tienes que ser tú. Deja que nosotros hagamos el resto. Nos
encargaremos de que te sientas bien contigo mism@, pero en el momento en el que
se crucen los cables, haz uso del "pobrecito niño, víctima de todo y
mártir por excelencia".
Recuerda: La capacidad de poder comprender a los demás es otra de las armas
más potentes de ser humano.
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